Diócesis de México
Iglesia Ortodoxa en América
O. C. A.
Glorificación de San Inocencio

San Inocencio, (conocido en el mundo como Juan Popov-Veniaminov), nació el 26 de Agosto de 1797 en la villa de Anginsk en la Diócesis de Irkutsk, dentro de la familia de un sacristán. El niño sobresalió en sus estudios desde una temprana edad y a los siete años de edad ya estaba leyendo la Epístola en la iglesia. En 1806 lo enviaron al seminario de Irkutsk. En 1814, el nuevo rector creyó conveniente cambiar los apellidos a algunos estudiantes, y entonces Juan Popov recibió el apellido Venieminov en honor al difunto Arzobispo Benjamín de Irkutsk   (+8 de Julio de 1814). El 13 de Mayo de 1817 fue ordenado diácono de la iglesia de la Anunciación en Irkutsk, y el 18 de Mayo de 1821 fue ordenado sacerdote. 

 

El servicio misionario del futuro Apóstol de América y Siberia comenzó en el año 1823. El padre Juan pasó 45 años trabajando para la iluminación de los pueblos de Kamchatka, las Islas Aleutianas, Norte América, Yakutsk, la frontera Kabarov, llevando a cabo su hazaña en drásticas condiciones y arriesgando su vida. San Inocente bautizó diez mil personas, y construyó iglesias, junto con esto también fundó escuelas, y él mismo dio clases acerca de los fundamentos de la vida cristiana. Su conocimiento acerca varios oficios y artes lo ayudaron en esta labor.

 

El padre Juan era un notable predicador. Durante la celebración de la Liturgia, los servicios para los difuntos y la Vigilia de toda la noche, guiaba incesantemente a su rebaño. Durante el tiempo de sus viajes interminables, el Padre Juan estudió los lenguajes, costumbres y hábitats de los pueblos en los que predicaba. Su trabajo de geografía, etnografía y lingüística fueron reconocidos mundialmente. Compuso un alfabeto y gramática para el lenguaje aleutiano y tradujo el Catecismo, el Evangelio y muchas oraciones a ese lenguaje. Una de sus mejores obras fue la Indicación del Camino hacia el Reino de los Cielos (1833), traducido a varios idiomas de los pueblos de Siberia y apareciendo en más de 40 ediciones. Gracias a la labor del padre Juan, en 1859 el pueblo Yakut escuchó por vez primera la Palabra de Dios y los servicios divinos en su lenguaje nativo. 

 

El 29 de Noviembre de 1840, después de la muerte de su esposa, el Padre Juan fue tonsurado monje con el nombre de Inocencio por San Filareto, el Metropolitano de Moscú, en honor a San Inocencio de Irkutsk. El 15 de Diciembre, el Archimandrita Inocencio fue consagrado obispo de Kamchatka, las islas Kuriles y Aleutianas. El 21 de Abril de 1850 el Obispo Inocencio fue elevado al rango de arzobispo. 

 

Por Divina Providencia el 5 de Enero de 1868, San Inocencio fue el sucesor del Metropolitano Filareto en la cátedra de Moscú. A través del Santo Sínodo, el Metropolitano Inocencio consolidó los esfuerzos misioneros seculares de la Iglesia Rusa (en 1839 ya había propuesto un proyecto para mejorar la organización del servicio misionero).

 

Bajo el cuidado del Metropolitano Inocencio se creó una Sociedad Misionera, y el monasterio de la Protección fue reorganizado para el trabajo misionero. En 1870 se estableció la Misión Espiritual Ortodoxa de Japón liderada por el Archimandrita Nicolás Kasatkin (posteriormente San Nicolás de Japón, 3 de Febrero) a quien San Inocencio compartió mucha de su experiencia espiritual. El liderazgo de San Inocencio en la Diócesis de Moscú también fue fructífero, con sus esfuerzos, la iglesia de la Protección de la Santísima Theotokos fue modificada para convertirse en la Academia Espiritual de Moscú. 

 

San Inocencia durmió en el Señor el 31 de Marzo de 1879, siendo Sábado Santo, y fue sepultado en la Iglesia del Espíritu Santo de la Laura de la Santísima Trinidad. El 6 de Octubre de 1977, San Inocencio fue glorificado por la Iglesia Ortodoxa Rusa. Su memoria se conmemora tres veces durante el año: el 31 de Marzo, día de su bendito reposo, el 5 de Octubre (Sinaxis de los Jerarcas de Moscú, y el 6 de Octubre, el día de su glorificación.)

 

 Tropario de San Inocencio, en el Tono 4º:

 

Oh Santo Padre Inocencio, en obediencia a la voluntad de Dios, aceptaste peligros y tribulaciones, llevando muchos pueblos al conocimiento de la verdad. Tú nos mostraste el camino; ¡ahora con tus intercesiones guíanos hacia el Reino de los Cielos!

 

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