Diócesis de México
Iglesia Ortodoxa en América
O. C. A.
MENSAJE ARCHIPASTORAL DE SU BEATITUD EL METROPOLITANO TIKHON


PASCUA 2015

 

A los Muy Reverendos y a los Reverendos Clero, Monásticos y Creyentes de la Iglesia Ortodoxa en América:

 

¡Éste es el día de la Resurrección! ¡Resplandezcamos, oh, pueblo! ¡Pascua! La Pascua del Señor. Cristo nuestro Dios nos ha trasladado de la muerte a la vida y de la tierra al cielo, pues cantemos la canción de la victoria! (Canon Pascual, Oda I)

 

¡Cristo ha resucitado! ¡En verdad ha resucitado! Hoy, el día de esta radiante Fiesta de las fiestas, regocijémonos todos como almas nuevamente iluminadas, disfrutando en el brillo y la alegría que es la Resurrección de nuestro Señor! La victoria de Cristo sobre la corrupción y la muerte es una victoria para toda la gente; ninguno se ha perdido, sino que sólo la muerte y la maldad fueron aniquiladas, pues es una victoria que hizo posible la salvación para todos. Al expresar hoy nuestra alegría y entusiasmo, nos juntamos a los innumerables devotos cristianos ortodoxos que por más de dos milenios, a lo largo de todo el mundo, han sido testigos de la Pascua de Nuestro Señor.

 

El mundo de hoy, hambriento por amor, verdad y justicia, está anhelando la satisfacción. Tenemos una responsabilidad valiosa, la de proclamar a Jesucristo--El Resucitado--sobre Quien los cristianos del segundo siglo dijeron:

 

¡Éste es Alfa y Omega! Éste es el principio y el fin, el principio inefable y el fin incomprensible. ¡Éste es Cristo! ¡Éste es el Rey! ¡Éste es Jesús! ¡Éste es el comandante! ¡Éste es el Señor! ¡Éste es El que resucitó de entre los muertos! ¡Éste es El que está sentado a la derecha del Padre! ¡Lleva al Padre dentro de Él y Él mismo nació del Padre! Suyos sean eternamente la gloria y el poder. ¡Amén! (Sobre La Pascua, San Melitón de Sardes).

 

La victoria de Cristo sobre la muerte y la corrupción es también nuestra victoria, porque la divina Pascua del Señor nos ha traído a nosotros, que somos mortales y terrenales, "de la muerte a la vida y de la tierra al cielo." Es también Él, el Señor resucitado, Quien nos dio las luchas de la Gran Cuaresma, la imagen del "camino estrecho" de la vida, porque, en realidad, nuestro recorrido no acaba con la Pascua de nuestro Señor, sino que hoy estamos comenzando nuevamente aquel recorrido que al final lleva a nuestra propia muerte y resurrección en la gloriosa y maravillosa Segunda Venida de Cristo. La celebración de hoy nos prepara para aquel viaje al Reino eterno.

 

La Resurrección nos abre paso al arrepentimiento lleno de alegría, para que nuestros corazones ardan cuando nuestro Señor nos revele La Santa Escritura, tal como sucedió a los discípulos que caminaban a Emaús, para que no quede absolutamente ningún obstáculo en nuestro camino de conocerle como "La Resurrección y La Vida."

 

Mientras sigamos nuestro camino a la salvación, se nos da la Resurrección, como motivación y fortalecimiento, para que realicemos cada cosa buena que sea necesaria para la expansión de Su Reino terrenal, la Iglesia. Cada uno de nosotros es digno de nuestro llamamiento de que fortalezca su fe personal en el Señor Resucitado y, como los discípulos después de la Resurrección, de que la comparta en amor y regocijo con todos los que la aceptaren.

 

Hay todavía algunos que por opción o por circunstancia siguen en la oscuridad, los hambrientos, los desnudos, los que están solos, los que están encarcelados y que desesperadamente necesitan el amor y la compasión de Cristo. Según San Tikhon de Moscú le escribió a su nuevo rebaño de América, "es nuestra obligación compartir nuestros tesoros espirituales, nuestra verdad, luz y alegría con los que no tienen estos dones. Y este deber no es sólo de los pastores y de los misioneros, sino también de los laicos, porque la Iglesia de Cristo, según la comparación sabia de San Pablo, es un cuerpo, y en la vida del cuerpo cada miembro debe tomar parte."

 

Es mi oración hoy, en la Fiesta de las fiestas, que este Santo Día de los santos días, este Triunfo de los triunfos nos fortalecerá a todos para que abracemos, continuemos y expandamos la misión de nuestro Señor. Él nos dé el coraje y la fortaleza necesarios para que animemos al mundo con Su mensaje de amor y salvación y que proclamemos a todos:

 

¡CRISTO HA RESUCITADO!

 

Con mis bendiciones archipastorales y con amor en el Cristo Resucitado,

 

✝Tikhon

Arzobispo de Washington

 Metropolitano de Toda América y Canadá.



 

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