Alberto fue un ser humano generoso y muy noble, lo evoco con mucho cariño. Era una persona muy lista y autodidacta, fue un hombre práctico, creativo y proactivo. Aprendió el arte de cocinar, soldadura, carpintería, talabartería, le gustaba la fotografía, la política, la antropología, la astronomía y no sé en qué momento se aficionó al dibujo y la pintura. 
Circunstancias de la vida lo llevaron a vivir en la Catedral Ortodoxa la Ascensión del Señor; Ahí, entró en contacto con la iconografía bizantina y enfocando su habilidad en la pintura, realizó varias obras en los muros de la Catedral, encontrando precisamente en ello, un medio de expresión, de comunicación y de conexión con Dios. 
Alberto nos ha dejado varias obras, que muestran su enorme capacidad expresiva, su Fe y su pasión por el Arte.
Sirvan estas líneas, como un pequeño homenaje a nuestro querido hermano Alberto, que hoy sigue con nosotros desde un nivel espiritual y vivirá por siempre en nuestro recuerdo. Memoria eterna ☦️.

MRPV/2020

El primer domingo de la Gran Cuaresma se llama el Domingo de la Ortodoxia porque conmemora la restauración de los Santos Iconos y el triunfo de la Fe Ortodoxa contra la terrible herejía de los Iconoclastas, es decir, aquellos herejes que se negaron a honrar a los Santos Iconos. Durante más de cien años, la Iglesia fue perturbada por la malvada doctrina de la iconoclasia.

El primer emperador que persiguió a la Iglesia fue León el Isáurico, y el último fue Teófilo, el esposo de Santa Teodora (11 de febrero), que reinó después de la muerte de su marido y restableció la ortodoxia en tiempos del patriarca Metodio (14 de junio). La emperatriz Teodora proclamó públicamente que no besamos los iconos como signo de adoración, ni los honramos como "dioses", sino como imágenes de sus prototipos.

En el año 843, el primer domingo de ayuno, Santa Teodora y su hijo, el emperador Miguel, veneraron los Santos Iconos junto con el clero y el pueblo. Desde entonces este acontecimiento se conmemora cada año, porque se determinó definitivamente que no adoramos a los Iconos, sino que honramos y glorificamos a todos los Santos que están representados en ellos. Adoramos solo al Dios Trino: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y a nadie más, ni a un Santo, ni a un Ángel.

Originalmente, los santos profetas Moisés, Aarón y Samuel se conmemoraban en este domingo. Los versículos del Aleluya designados para la liturgia de hoy reflejan este uso más antiguo.

La Teofanía es la fiesta que revela la Santísima Trinidad al mundo a través del Bautismo del Señor (Mt 3,13-17; Marcos 1:9-11; Lucas 3:21-22). Dios Padre habló desde el Cielo sobre el Hijo, el Hijo fue bautizado por San Juan el Precursor, y el Espíritu Santo descendió sobre el Hijo en forma de paloma. Desde la antigüedad, esta Fiesta fue llamada el Día de la Iluminación y la Fiesta de las Luces, ya que Dios es Luz y ha aparecido para iluminar a "los que estaban sentados en tinieblas" y "en la región de la sombra de muerte" (Mateo 4:16), y para salvar a la raza caída de la humanidad por gracia.

En la Iglesia antigua era costumbre bautizar a los catecúmenos en las Vísperas de la Teofanía, de modo que también el Bautismo se revela como la iluminación espiritual de la humanidad.

El origen de la fiesta de la Teofanía se remonta a los tiempos apostólicos, y se menciona en las Constituciones Apostólicas (Libro V, 13). Del siglo II tenemos el testimonio de San Clemente de Alejandría sobre la celebración del Bautismo del Señor, y la vigilia nocturna antes de esta fiesta.

Hay un diálogo del siglo III sobre los servicios de la Teofanía entre el santo mártir Hipólito y San Gregorio el Taumaturgo. En los siglos siguientes, del siglo IV al IX, todos los grandes Padres de la Iglesia: Gregorio el Teólogo, Juan Crisóstomo, Ambrosio de Milán, Juan Damasceno, comentaron la fiesta de la Teofanía.

Los monjes José el Estudita, Teófanes y Bizancio compusieron mucha música litúrgica para esta fiesta, que se canta en los servicios ortodoxos incluso hoy en día. San Juan Damasceno decía que el Señor fue bautizado, no porque Él mismo tuviera necesidad de purificación, sino "para enterrar el pecado humano con agua", para cumplir la Ley, para revelar el misterio de la Santísima Trinidad y, finalmente, para santificar "la naturaleza del agua" y ofrecernos la forma y el ejemplo del Bautismo.

En la fiesta del Bautismo de Cristo, la Santa Iglesia proclama nuestra fe en el misterio sublime, incomprensible para el entendimiento humano, de un solo Dios en tres Personas. Nos enseña a confesar y glorificar a la Santísima Trinidad, una en Esencia e Indivivisa. Expone y derriba los errores de las antiguas enseñanzas que intentaban explicar al Creador del mundo por medio de la razón y en términos humanos.

La Iglesia muestra la necesidad del Bautismo para los creyentes en Cristo, y nos inspira un sentido de profunda gratitud por la iluminación y purificación de nuestra naturaleza pecaminosa. La Iglesia enseña que nuestra salvación y limpieza del pecado es posible solo por el poder de la gracia del Espíritu Santo, por lo tanto, es necesario conservar dignamente estos dones de la gracia del santo Bautismo, manteniendo limpio este vestido inestimable, porque "todos los que han sido bautizados en Cristo, se han revestido de Cristo" (Ga 3:27).

En el día de la Teofanía, todos los alimentos están permitidos, incluso si la fiesta cae en miércoles o viernes.